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jueves, 17 de mayo de 2012

¿Especial? No, eso es muy muy poco.

Por fín se había acabado el mal royo que existía, los insultos, las horribles conversaciones...Ahora estaba todo en paz, la calma dominaba todo. Había sonrisas de nuevo y venía un aroma a sinceridad y confianza. Deseaban verse. Habían quedado en uno de sus lugares, en uno de los mas importantes. Alejados de todo, pero no iban a estar ahí por mucho tiempo. "Coge el casco y allí te espero". Así lo hizo ella, suspiró y llena de nervios como la primera vez fue hacia allá escuchando una de sus canciones preferidas, de esas que te llenan de tranquilidad. Le vió, subió a la moto y se largaron de allí. Él la llevó a un sitio maravilloso. A lo alto de un monte donde se podía divisar un mar de pinares y el horizonte. Allí se tranquilizaron hablando de temas comunes. Pero una ráfaga de viento les recordó algo y las lágrimas empezaron a caer. Ahí empezaron los abrazos y las conversaciones del presente y del futuro. Tras un largo rato de dudas, de sentimientos mareados, de labios inquietos, él la cogió por detrás y mirando al atardecer la dijo: "te traigo aquí para que veas esto y nunca olvides este momento" y dándola las dos manos continuó con un: "las vas a tener siempre". Se fundieron en un abrazo, subieron de nuevo a la moto y llenos de energía regresaron a casa.

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