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viernes, 12 de julio de 2013

Ojos que ponen la zancadilla.

Es historia lo que hemos vivido y son futuros retos los que viviremos. Son pequeños detalles los que me hacen pensarme dos veces si arriesgarme contigo.  Son noches y conversaciones que dan la vuelta a mi rutina. Es esa sonrisa la que me hace sonreír. Son tu actitud y tu energía las que me llenan. Pero bien sabes, que son esos ojos los que me emboban y me hacen tropezar una y otra vez. 






La vida vuelve y te sorprende.

Pues parece ser que todo va sobre ruedas, los pequeños baches del día a día se van superando, pero todo parece ir bien. Demasiado bien.  Además, me da la sensación de que llevo ya mucho tiempo así, y no quiero que cambie. El ánimo y punto de vista cambian por etapas, pero cambian porque tú cambias, pues en realidad, cuando vemos todo negro, el mundo no ha empezado a girar más rápido o más lento, ni las personas han cambiado su forma de vida, ni el sol ha desaparecido, ni  han dejado de existir las buenas conversaciones, las buenas películas y los buenos libros. Todo nuestro alrededor, todas nuestras acciones o formas de asumir la vida está dentro de cada uno. No decides si las noticias son buenas o malas, pero sí decides si pueden tener solución y si se pueden llevar de manera más optimista o en cambio, prefieres rendirte. Personalmente, creo que he trabajado muy duro día a día para conseguir lo que tengo ahora, que muchos (y yo me incluyo de vez en cuando) dirán que es poco, pero a mi me sobra. He logrado todo lo que he querido, con más o menos esfuerzo, pero ahí está, aquí lo tengo, y lo saco el máximo partido. No hay nada que no se pueda lograr si de verdad lo quieres, si pones todas tus ganas. Pero antes de alcanzar tus metas, llega a ser la persona que realmente quieres ser, formate, moldeate y cuando estés listo abre la puerta y sal.