Sonrió mientras se sentaba a la mesa. Se retrepó en el asiento y miró por la ventana al frío día de enero. El viento agitaba con violencia los árboles. Pensó en lo que había aprendido, en quién era antes y en quién se había convertido. Era una mujer que había recibido consejo de un hombre al que amaba, que lo había seguido y se había esforzado al máximo para curar sus heridas. Ahora tenía un trabajo que le encantaba y se sentía segura de sí misma para alcanzar lo que se propusiera. Era una mujer que cometía
Por otra parte, también era una mujer con un millón de recuerdos felices, que conocía el significado de amor verdadero y que estaba dispuesta a gozar de la vida, del amor y a crear nuevos recuerdos. Tanto si tardaba diez meses como diez años, Holly obedecería el mensaje final de Gerry. Fuera lo que fuese lo que le aguardaba, sabía que abriría su corazón y lo seguiría donde éste la llevara. Mientras tanto, simplemente viviría.
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