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sábado, 20 de abril de 2013

¡Que viva la vida!

¿Quién tiene la culpa de las cosas buenas? ¿Quién se ha ocupado de devolverme la vida, de comérmela, de dejar que la exprima? ¿Fue el buen tiempo? ¿Fueron los acordes? Quizá, quizá, quizá...Llevaba tanto    haciéndome a la idea de que la rutina es aburrida que no tuve tiempo de romperla. HASTA AHORA. La sensación de volver a sentir cada paso que doy, cada ráfaga de viento que me roza, cada palabra que escucho o pronuncio o cada canción o sensación que descubro, no la cambio por nada. Hace unos meses llegaba a la cama y lloraba, lloraba hasta quedarme dormida, me carcomía por dentro, me destruía a mi misma. Me infravaloré, me hice creer que no podía con nada. Ahora llego a la cama y lloro, lloro de la felicidad más sana que haya sentido nunca. No sé cómo expresar lo que siento, tenía dentro una bomba que ha explotado, que me ha devuelto a la realidad, y es que, la realidad no es tan mala como la pintan. No descubres hasta donde eres capaz de llegar hasta que no te pones a intentarlo. Y sí, la vida puede ser muy puta, pero no tienes por qué dejar que te trate como quiera. La vida está para moldearla a tu manera, por algo somos todos diferentes, porque cada uno es capaz de añadir un color más a este Picasso. Rebusca entre los verdes del campo, entre los azules del mar y el cielo, entre el arcoiris de las sonrisas y las carcajadas, entre los lilas de las nuevas experiencias, por los grises de las tormentas, por los amarillos de los rayos de sol y entre los rojos pasión de ese pintalabios con el que dejaste marca en tantos momentos. El que busca, encuentra. Por eso y mucho más, debemos encontrar nuestro color y gastar botes y botes hasta dejar bien claro que estamos aquí para VIVIR, no para que nos vivan.


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